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  • Cristina Blanco

GINNY AND GEORGIA – DESVIAR LA ATENCIÓN

DESVIAR LA ATENCIÓN


LO QUE PENSÉ MIENTRAS VEÍA ‘GINNY & GEORGIA’ (SIN SPOILERS)

 


La serie que me ha hecho buscar en Google «looks icónicos de Britney» (quería comprobar algo que pasa en una fiesta de disfraces) ha traspasado la pantalla de otra manera desatando una polémica en la vida real con otra diva del pop: Taylor Swift. Taylor publicó un tweet a los pocos días de su estreno denunciando el chiste machista que la serie hace a su costa «¿Y a tí que te importa? Cambias más de novio que Taylor Swift», originando un debate sobre la cancelación de la serie, la responsabilidad de Netflix y sobre la incoherencia narrativa que es que un personaje que se esfuerza por declararse feminista haga una broma sobre la rapidez con que otra mujer se empareja. La buena noticia es que este revuelo en redes ha impedido que el comentario sexista que apenas ocupa unos segundos en pantalla pasase desapercibido. Otros aspectos de la serie no tienen tanta suerte y acaban siendo sepultados por todas las cosas que pasan constantemente en el municipio de Wellsbury. Una de ellas es el otro hijo de Georgia, Austin quien ni siquiera está incluido en el título de la serie.

Con un título como el de Ginny y Georgia pensé que la familia serían solo ellas dos: Una madre soltera y su hija. Pero me sorprendió enterarme en los primeros minutos de la serie que en la foto de familia había un tercer integrante, alguien que quedaría relegado a un segundo plano en favor de explorar la dinámica madre e hija. Pero entonces… ¿por qué incluir a Austin en la trama? ¿Por qué tendrías un hijo si no vas a poner su nombre al lado del de su hermana en el título? (Se lo pregunto a los guionistas, no a la madre) No es que a su personaje no le pasen cosas en la serie, solo faltaría, si no que da la sensación de que no importan. Una de las pocas subtramas que protagoniza Austin es porque le clava un lápiz en la mano al niño que le hace bullying en el colegio. Es fuerte, desde el acoso hasta la manera que encuentra de defenderse, pero incluso unos hechos de estas dimensiones quedan eclipsados por las tramas de su madre y de su hermana. La serie tiene claro que hay cosas más importantes a las que atender y prestarles atención y espero que este mensaje no le llegue a Austin. Me siento extrañamente protectora de un niño ficticio que no se va a dar cuenta de que está siendo desplazado por la trama y por su propia familia a menos que los guionistas decidan escribirlo en la segunda temporada (en caso de que la haya).

Me da la sensación de que la serie se olvida de lo que le conviene en favor de lo que le interesa. Y en este sentido fondo y forma son totalmente congruentes porque también encaja a la perfección con lo que la madre intenta hacer con su hija. Georgia se esfuerza por ocultarle a Ginny partes de su vida para protegerla, esquiva explicarle ciertas cosas que le pasaron a ella de niña y ciertas decisiones que se vio obligada a tomar. Pero su capacidad de protección tiene sus límites y tanto secretismo y esfuerzo para moldear la historia a su gusto acaba por desestabilizar la relación madre e hija y, finalmente, alejándolas. La siere asume sin ser consciente un riesgo similar, que es que retocar tanto la realidad a su favor le quite credibilidad y nos dificulte entrar en ella.

Pero su intención es buena: ser una serie disfrutable rehuyendo el dramatismo de la realidad pero aceptando la distracción del melodrama. Algo así como magnificar lo que no tiene tanta importancia y edulcorar lo que sí la tiene. No me quejo, la fórmula ha funcionado conmigo y los diez capítulos se me han hecho cortos. Yo también necesitaba (y sigo necesitando) olvidarme de lo que me conviene dejándome distraer por el melodrama.


SINOPSIS:

En busca de un nuevo comienzo, la adolescente Ginny, y su madre Georgia, se mudan a otra ciudad. Pero los secretos del pasado de Georgia ponen en peligro su intento.

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