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  • Cristina Blanco

MOXIE – ¿ES FÁCIL SABER QUÉ TE APASIONA?

¿ES FÁCIL SABER QUÉ TE APASIONA?


LO QUE PENSÉ MIENTRAS VEÍA ‘MOXIE’ (SIN SPOILERS)

 

Es la enésima vez que Vivian se sienta en frente del portátil y lee ese enunciado: «Piensa en una causa que te apasione. Explica el significado que tiene para ti y los pasos que sigues para formar parte del cambio.» Lleva horas dándole vueltas y no se le ocurre nada. No puede ser tan difícil identificar lo que le interesa, ¿verdad? algo te tiene que venir a la mente cuando te preguntan qué te apasiona y si no se te ocurre nada… ¿en qué clase de persona te convierte eso, en una desapasionada? ¿en alguien a quien no le interesa nada mucho? Nadie quiere ser eso.

La desesperación es tal por encontrar la respuesta correcta a la expectativa de su entorno (sistematizada en forma de deberes) de que se defina que Vivian le pregunta a su madre: «Mamá, ¿qué le importa a la gente de 16 años?» O lo que es lo mismo, reclamarle a una persona que probablemente esté más cerca de los cincuenta que de los cuarenta qué se supone que les importa ahora a los adolescentes como ella. Afortunadamente la madre le responde (su madre es Amy Peohler, por cierto) «No lo sé, a mí lo único que me importaba cuando tenía 16 era destruir el patriarcado». Me juego una mano a que al personaje de Poehler le importaban más cosas con 16 pero nos viene bien que reduzca sus años de instituto al compromiso con el feminismo, le da a Vivian y a nosotras la inspiración que necesitábamos.

Pero perdonad que insista, ¿no es curioso que hasta que tu madre no te diga que ella de joven era activista feminista no sepas «qué causa te apasiona»? Es raro y puede que hasta preocupante pero empatizo cien por cien con Vivian. No sé qué hubiese respondido yo con 16 años a esa pregunta pero lo que sí sé es que, seguramente, me habría enfadado conmigo misma porque me costase tanto esfuerzo encontrar una respuesta. Por lo visto Vivian es mi animal espiritual y, al igual que le ocurre a ella, al no ocurrírseme nada de primeras hubiese saltado automáticamente a pensar «qué debería de importarme». Resulta mucho más fácil descubrir qué expectativa tienes que cumplir y luego intentar ajustarte a ella que poner el foco en ti y en lo que te importa. Es ilógico pero es a lo que nos han enseñado, estamos más entrenadas para saber lo que se espera de nosotras que para pararnos a pensar quiénes narices somos.

«Es solo una redacción» me repetiría en un intento por quitarle la presión que me había generado. Y después de buscar en foros de internet y de levantarme unas cuantas veces a por algo de picar para ver si en la cocina me inspiraba más, me hubiese hartado y hubiese empezado a escribir sobre una de las opciones poco convincentes que tendría apuntadas en un papel al lado del teclado. En definitiva hubiese completado la redacción por acabar con ese tormento y no por convicción. Para el profesor solo sería un trabajo más que corregir, un trámite que acabar antes de poder disfrutar de su fin de semana en el pueblo (o lo que quiera que hiciesen los profesores en su tiempo libre en los 2000) y no le prestaría ni la mitad del tiempo ni de la atención que yo le estaba dedicando. Solo se fijaría mecánicamente y sin mucho interés en si había usado bien los conectores y los tiempos verbales y en cambio a mí me habría generado una crisis de identidad. Totalmente desproporcionado.

Es probable que las causas para esta rayada hipotética fuesen mis inseguridades adolescentes, el poco conocimiento de mí misma que tenía por aquel entonces y un perfeccionismo tóxico que todavía mantengo pero también me pregunto si ¿a eso era para lo que nos estaban preparando en el instituto? Para que cuando nos sintiésemos ansiosas o frustradas por la presión con la que se nos exigía dar la respuesta correcta asumiésemos automáticamente que la culpa era nuestra y que interiorizásemos que la reacción externa sería que éramos unas exageradas, que aquello «solo eran deberes» y que el problema era nuestro por no saber responder a algo tan sencillo como era saber qué era lo que nos apasionaba.


SINOPSIS:

Vivian Carter experimenta un despertar social que la lleva a desatar una verdadera revolución en el instituto. Inspirada por el pasado activista de su madre y harta del sexismo en el colegio, decide publicar un folleto feminista que comienza a distribuir de forma anónima.

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