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  • Cristina Blanco

NEVER HAVE I EVER – ¿ES TAN IMPORTANTE SABER QUÉ NOS DEFINE?


SINOPSIS:

Devi es una joven estadounidense de origen indio que, tras un primer año un tanto desastre en el instituto, está dispuesta a pesar de las contrariedades a cambiar su estatus social.

¿ES TAN IMPORTANTE SABER QUÉ NOS DEFINE?


LO QUE PENSÉ MIENTRAS VEÍA ‘NEVER HAVE I EVER’ (SIN SPOILERS)

 


Devi es la clase de adolescente que quiere que la inviten a una fiesta para poder decir: «No quiero cocaína, gracias». Arrodillada delante de su altar hindú, y de un libro de geografía bendecido, les implora a sus dioses antes de volver al instituto que ese año le concedan su deseo de ir a fiestas, tener menos vello corporal («agradecería que mis brazos no pareciesen el suelo de una peluquería») y de tener un novio esté bueno, no hace falta que esté bueno, especifica. Devi quiere ser normal, o al menos lo que una adolescente estadounidense de origen indio viviendo en California considera normal.

Devi no es como otras protagonistas de series adolescentes que sienten que a ellas no les ocurre nada interesante, más bien al contrario, ella sabe que le han pasado demasiadas cosas el año pasado (a su padre le dio un infarto en uno de sus conciertos de harpa y ella perdió la sensibilidad de las piernas a causa del trauma durante tres meses) y este curso está decidida a destacar, pero esta vez por las razones correctas. Una cosa es cierta, no se puede tener más claro qué es lo que quieres pero… ¿a lo que aspira Devi realmente existe? Nadie en su entorno cercano tiene esa vida, ninguna de sus dos mejores amigas tienen esa excepcional normalidad que ella tanto desea y aún así Devi está convencida de que si se esfuerza lo suficiente conseguirá el sueño adolescente al completo. Cree que convertirse en lo que no eres es simplemente una cuestión de ponerle empeño y no de imposibilidad, al fin y al cabo Devi se ha criado en Estados Unidos. Hay mucha industria basada en que nos creamos que podemos conseguir todo lo que nos propongamos, poniéndonos siempre la zanahoria a la distancia precisa: lo suficientemente cerca como para creernos que podemos cogerla pero siempre a una distancia insalvable para que no paremos de movernos.


El título de la serie «Yo Nunca», el juego adolescente cuyo objetivo es cotillear a la vez que bebes, ya es indicativo de que su protagonista está más pendiente de lograr lo que todavía no ha conseguido que preocuparse por lo que todavía no ha superado. Con el fallecimiento de su padre tan reciente y los conflictos familiares y personales que esto le ha generado sería mucho más coherente parar de preguntarle a su terapeuta si cree que es lo suficientemente sexy y empezar a escribir sus sentimientos en el diario que ésta le ha regalado. Aunque seguramente no sería tan divertido ni, siendo sinceros, algo con lo que identificarse, quien haya sabido siempre gestionar sus sentimientos y emociones a la primera que deje de desperdiciar su potencial viendo Netflix y se erija como el nuevo mesías, (por favor, lo necesitamos)


Ser normal para Devi es una huida hacia adelante en un intento por escapar de su propio dolor. Hacia la mitad de la serie, en un punto en el que ya nos ha quedado más que claro lo que Devi está reprimiendo de una manera bastante desesperada, un orientador universitario le anima inesperadamente a que lo utilice a su favor y le aconseja que centre su redacción de admisión en el hecho de ser una chica de origen indio criada en EEUU a quien la pérdida de su padre le provocó una parálisis transitoria, (el orientador ignora que Devi recuperó la movilidad al estirarse para ver por encima de unos coches lo que hacia el chico popular del instituto, es una pena, porque para mí su redacción ganaría muchos puntos si se centrase en este milagro). La serie abre la posibilidad de reinventar su dolor y que lo utilizase para atraer algo bueno a su vida, el trauma que tanto ha estado evitando puede convertirse en su tíquet dorado de acceso a la universidad. Pero Devi odia la idea desde el principio (y la serie también) y se niega a reducir su personalidad a lo que la hace diferente. Sí, es parte de su proceso aceptar que forma parte de ella le guste o no pero tiene razón en no querer sobresimplificarse.


Está claro que una redacción de admisión no puede convertirse en una autobiografía de 500 páginas, y que el ejercicio se trata de elegir una parte de tu vida e intentar contar tu historia a través de ella. Hay que asumir que la balanza va a estar muy descompasada porque van a ser muchas más las cosas que no cuentes de ti que las que escribas sobre ese papel. En esta elección esta la complicación ¿qué historia decides contar? ¿y por qué razones eliges precisamente esa? Entiendo a Devi, hay algo incómodo en que un señor blanco te diga con los pies encima de su escritorio que lo que deberías elegir contar sobre ti es que eres una adolescente india con un padre fallecido. Lo que está diciendo es que eso es lo que te hace especial, lo que te define y te hará destacar sobre los demás candidatos. Y ninguna de las dos son cosas que hayas elegido. ¿Y por qué es siquiera tan importante saber qué es lo que nos define y nos hace especiales? Responder a estas preguntas es aceptar que solo algunas partes de nosotros cumplen con ese cometido. Es asumir que tenemos cualidades y vivencias de primera y de segunda, cosas que merece la pena ser contadas y que superarán la criba de la comunicación y otras que se supone que tenemos que dejar encerradas dentro de nosotros, ocultas porque no son suficientes.

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