THE ASSISTANT – LA NARRATIVA SILENCIADA

LO QUE PENSÉ MIENTRAS VEÍA ‘THE ASSISTANT' (SIN SPOILERS)

---

Me quedé inmóvil en el sofá mientras veía la figura de Jane desdibujándose en el centro de la pantalla a medida que se alejaba de la cámara y se sumergía en las calles de Nueva York. No era capaz de reaccionar físicamente a lo que acababa de ver pero me descubrí recopilando argumentos para rebatir en una hipotética discusión en la que alguien afirmaba que esta era una de esas películas en las que «no pasa nada». Sonreí ante mi necesidad de prepararme para una discusión inventada y paré la película cuando empezaron a aparecer los títulos de crédito sobre un fondo completamente negro.

Abrí una nueva pestaña y busqué en internet reseñas sobre la película. No andaba desencaminada, la pregunta «¿What is the point of the movie The Assistant? (¿Qué sentido tiene la película The Assistant?) apareció en una de las primeras entradas. Es cierto que la historia es brutalmente anticlimática, que el inicio y el final parecen inquietantemente intercambiables y que, aunque somos testigos de lo que le sucede en un día de trabajo a Jane, al acabar podemos tener la efímera sensación de que Kitty Green (directora y guionista de la cinta) no nos ha contado nada porque, realmente, todo sigue igual. No es algo a lo que nos hayan acostumbrado, lo “normal” es que nos cuenten historias para presenciar una transformación, para ser testigos de un cambio, un aprendizaje, para que Cenicienta consiga por fin ir al baile, Sherlock resuelva el misterio o para que a Gatsby le entre de una vez en la cabeza que no todo se puede conseguir con dinero (una enseñanza aún más desfasada e irreal que el final feliz de la Cenicienta pero bueno, eran los años viente). ¿Pero qué pasa con esos otros relatos en los que gran parte de su sufrimiento nace precisamente de su incapacidad para cambiar las cosas? Puede que este sea uno de los muchos motivos por los que historias como la de Jane nunca han sido contadas, porque narrativamente no cumplían con los requisitos necesarios para que, supuestamente, «nos mereciese la pena oírlas».

El conflicto es el elemento narrativo que justifica y motiva el hecho de relatar una historia. Y en The Assistant claro que existe un conflicto, de hecho, uno enorme: Una trama de agresión y acoso laboral silenciada, cosa que imposibilita que la protagonista se enfrente satisfactoriamente a ella. No hay manera de hacerle frente a un obstáculo que está tan normalizado que parece no suponer ningún problema, e intentarlo te convierte en una especie de Don Quijote luchando contra molinos de viento (eso sí, sin estar loca pero con todo el mundo a tu alrededor actuando como si lo estuvieras). ¿Y es que qué haces cuando no puedes hacer nada? La pasividad no es interesante, siempre tiene que pasar algo. Las historias han constituido ese lugar ficticio donde la acción es el elemento que hace avanzar la narrativa, ¿si todo va a seguir igual para qué contarlas? ¿Dónde esta la épica en el silencio? Me produce escalofríos pensar hasta qué punto los sistemas de poder se han adueñado y beneficiado del tipo de historias que nos gustan que nos cuenten. Mientras en el plano narrativo, se nos entrena para percibir como interesantes únicamente las historias con capacidad de transformación en el plano de la realidad las situaciones de abuso se perpetúan porque la falta de acción, la pasividad y el silencio son fomentados. Este desajuste entre los criterios de la ficción y la realidad es el crimen perfecto y ha tenido como resultado que las situaciones de abuso hayan sido relegadas a un punto ciego dentro de la ficción, desestimadas por el desinterés que suscitaba su inherente imposibilidad para cambiar las cosas.

Limitar la validez y el entretenimiento narrativo a su capacidad de generar cambios invisibiliza muchísimas otras realidades que necesitan (y mucho) ser contadas. Ya va siendo hora de que prestemos atención a otras narrativas, hay que empezar a saber ver qué cosas están pasando cuando aparentemente no está sucediendo nada.