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  • Cristina Blanco

EL MUNDO NO ESTABA EN SU CONTRA

EL MUNDO NO ESTABA EN SU CONTRA

Ilustración: @hollywarbs

    Fuera hacía frío. No quería salir, no quería ir. Aún así, cogió las llaves, se enroscó la bufanda al cuello y apagó la luz.

   El ruido del ascensor la acompañó durante los cuatro pisos que había entre su apartamento y la calle. Intentó no mirarse al espejo, no quería hacérselo más difícil. De espaldas al cristal se repitió que el único propósito del reflejo era hacer aquel cubículo menos claustrofóbico, no tenía nada que ver con ella ni con sus pocas ganas de mirarse. El mundo no estaba en su contra, no era tan importante.

   Enfrente de los buzones dos hombres se preguntaban por sus hijos y se reían de una broma que ella no entendió. No la vieron salir del ascensor ni caminar hasta el portal. No dijo nada y no hubo saludo. 

   Efectivamente, fuera hacía frío. Se abrochó hasta arriba el abrigo y sacó el móvil del bolsillo. Llegaba tarde pero nadie la había escrito para echárselo en cara o preguntar si le había pasado algo. Abrió la conversación y tecleó:

«Llego tarde. Acabo de salir de casa. Lo siento.»

   No apuró el paso. No quería ir. Entonces… ¿por qué lo hacía? Por inercia, porque era más sencillo seguir como siempre que enfrentar la bola de sinceridad y reproches que empezaría a rodar si  no cumplía con lo que se esperaba de ella.

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